domingo, 18 de septiembre de 2011

Historia de un amante

El se alimentaba de lo que ellas le iban dejando al pasar por su vida. Por eso una relación larga significaba un estancamiento del que se veia incapaz de salir. Pero él no lo sabía.

Pocas cosas había descubierto por sí mismo, todo era fruto de lo que ellas le contaban, enseñaban o compartían con él. Por eso cuando ya había absorbido todo de una necesitaba volar a los brazos de otra a quien deslumbrar con lo aprendido y de quien aprender nuevos conocimientos para fascinar a la siguiente. Esta era su vida, una constante búsqueda de superación en los brazos de aquellas musas con pechos de sabiduría.

De María aprendió el gusto por la música, de Susana el interés por el arte, de mano de Petra conoció el cine de autor, de Pilar el buen comer, de Marta todo sobre los medios de comunicación, de Rosa aprendió filosofía, de Laura fotografía, de Herminia el placer de sexo lento, de Daría el gusto por la moda y de "ella" el amor. Así una tras otra le iban enriqueciendo hasta que llegó el momento en el que se convirtió en un suculento y apetitoso plato listo para degustar, ya que tenía un poco de todo y un mucho de nada.

Todas disfrutaron de la compañía y el saber hacer de aquel puzzle humano, nunca por demasiado tiempo. Pero el tiempo pasaba y él, sin apenas darse cuenta, empezaba a necesitar mucho más que una paleta de colores de la que sólo podía tomar un par de pinceladas, y se sorprendió así mismo llorando en soledad porque él que tantas cosas aprendió nunca supo estar solo.

Así pasaron el resto de sus días, en soledad y pensando si de aquellas mujeres alguna le habría querido de verdad y si la que le enseñó el amor aún seguiría pensando en él.

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